Se distinguen dos tipos principales de inmunoestimulantes:
Específicos: En este grupo se incluyen las vacunas y otros activadores del sistema inmunológico que contienen antígenos. Proporcionan especificidad antigénica a la respuesta inmune.
No específicos: Tienen un efecto independientemente de su especificidad antigénica, para potenciar la respuesta inmune contra un antígeno extraño o para estimular componentes del sistema inmunológico sin especificidad antigénica.
Los inmunoestimulantes también pueden dividirse en otros grupos más pequeños, según la especificidad de su mecanismo de acción y efecto.
Gran parte de los inmunoestimulantes aprobados, cuyo uso está respaldado por investigaciones científicas, forman parte de la red farmacéutica. Su uso se realiza tras la consulta y prescripción de un profesional médico.
Existen también numerosos productos que caen en la categoría de suplementos alimenticios con acción inmunoestimulante.
Estos no están tan respaldados por la ciencia, es decir, no se han realizado suficientes estudios clínicos orientados a su efectividad. Sin embargo, los posibles daños que puedan causar son mínimos. Por esta razón, no están clasificados como medicamentos y pueden ser utilizados sin receta médica.
El sistema inmunológico es una estructura excepcionalmente compleja. Incluye numerosas células específicas y moléculas bioactivas que participan en múltiples reacciones complejas.
Todo esto está dirigido por complejos mecanismos regulatorios. La diversidad de procesos y las interacciones entre los diferentes componentes de nuestro sistema inmunológico le dan la posibilidad de ser 'manipulado' desde distintos ángulos.
La ciencia ha descubierto y está constantemente buscando maneras de influir en nuestra inmunidad y abordarla con diferentes sustancias. Esto se llama inmunomodulación: la capacidad de influir en la inmunidad, ya sea fortaleciéndola en una dirección específica o suprimiéndola.
Inmunoestimulantes según su origen y acción
La ciencia conoce múltiples grupos de inmunoestimulantes, que se agrupan según su origen y mecanismo de acción.
Los principales grupos de inmunoestimulantes son:
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Citoquinas - pequeñas proteínas bioactivas que sirven como señales durante la respuesta inmune. Regulan la inflamación y facilitan la comunicación entre las diferentes poblaciones de células inmunitarias. Se dividen en interleucinas e interferones. Los interferones son proteínas sintetizadas por las células del sistema inmunitario en respuesta al contacto con agentes virales, y tienen acción antiinflamatoria, antiviral e inmunomoduladora.
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Vacunas - pueden ser vivas, inactivadas o recombinantes (que contienen solo parte del microorganismo patógeno).
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Inmunoestimulantes de origen bacteriano - por ejemplo, lipopolisacáridos de la pared bacteriana, que estimulan la reacción de las células inmunitarias y conducen al reconocimiento del antígeno correspondiente (bacteria) y a la respuesta correspondiente. También se utilizan toxinas bacterianas o bacterias muertas enteras.
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Inmunoestimulantes de origen/genes viral - interferones, análogos de ADN/ARN viral, fragmentos de virus sin código genético o partículas virales inactivadas completas.
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Inmunoestimulantes de origen fúngico - beta-glucanos. Son polisacáridos aislados de la pared de los hongos. Pueden formar parte de suplementos, así como de medicamentos.
- Inmunoestimulantes sintéticos
- Anticuerpos monoclonales
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Inmunoestimulantes orientados a la alimentación - son sustancias del grupo de las vitaminas y minerales, por ejemplo, vitamina C, D y zinc. Cuando se toman en forma de suplemento alimenticio, tienen un efecto inmunoestimulante pronunciado.
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Inmunoestimulantes herbales y adaptógenos - Equinácea, Astrágalo, Ginseng, Ashwagandha, Romero, Jengibre y otros.
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