Las formas reactivas libres en nuestro organismo son de varios tipos, cada una de las cuales es un producto de procesos y reacciones específicos y tiene afinidad por lograr objetivos concretos.
Aquí están:
Radical superóxido: Se genera durante la respiración celular y es precursor de otras formas de oxígeno.
Peróxido de hidrógeno: Producto de desecho de muchas reacciones fisiológicas, puede convertirse en radical hidroxilo en presencia de iones metálicos.
Radical hidroxilo: Extremadamente reactivo. Daña el ADN, proteínas activas y lípidos. Producto de la reacción de Fenton.
Átomo de oxígeno singlete: Producto de la fotosíntesis de las plantas. Daña membranas y lípidos.
Óxido nítrico: Participa en la señalización celular, pero puede convertirse en peroxinitrito en presencia de radical superóxido.
Peroxinitrito: Representante reactivo de la familia, daña ADN, proteínas y lípidos (grasas).
Ácido hipocloroso: Producto de la acción de los neutrófilos (células inmunitarias). Tiene acción antimicrobiana, pero en casos de hipersensibilidad del sistema inmunológico puede dañar también los tejidos del hospedador.
Lipidoperoxidasa: Resultado de la oxidación de grasas poliinsaturadas. Puede dañar las membranas celulares y orgánulos. Media la inflamación.
Radical alquilhidroxilo: Se forma durante la peroxidación de las grasas. Puede llevar a una reacción en cadena y daño a los lípidos.
La gran variedad de radicales libres que se producen en diferentes procesos fisiológicos en nuestro organismo asedia todas las células, tejidos y sustancias activas desde cada posible ángulo.
En respuesta a esto, nuestro cuerpo tiene la capacidad de producir sus propios antioxidantes para combatir los radicales libres.
También existen sustancias esenciales, o mejor dicho, insustituibles, con acción antioxidante. Ejemplos de esto son las vitaminas A, C y E, que obtenemos a través de la alimentación o en forma de suplementos alimenticios (o lo que se denomina suplementos antioxidantes).
Cuando hay una exposición excesiva a factores dañinos, así como síntomas de estrés oxidativo (fatiga fácil, apatía, debilidad, somnolencia), una forma de proporcionar a nuestro cuerpo antioxidantes es a través de la alimentación.
El consumo de alimentos ricos en vitaminas A, C y E ayudará a nuestro cuerpo a compensar la deficiencia en la síntesis de sus propios antioxidantes.
Las vitaminas esenciales A, C y E se encuentran ampliamente en fuentes vegetales, es decir, en frutas y verduras. La vitamina A, dependiendo de la forma en que se presente, también se puede encontrar en varias fuentes animales, como el hígado y los pescados grasos.
Otra forma de compensar la deficiencia de antioxidantes es a través de la ingesta de suplementos alimenticios. Las vitaminas A, C y E están fácilmente disponibles en formas biológicamente bien absorbibles. Además, en el mercado se venden muchos otros antioxidantes que pueden contribuir a la lucha contra el estrés oxidativo.